De nuevo sabor agridulce en la jornada para los equipos de la Escuela, repitiéndose la estadística de la anterior fecha: dos victorias y dos derrotas. Las victorias corrieron a cargo del Cadete A que, por fin, estrenó su casillero con un trabajado triunfo en Sarón (CD Cayón 1 EMF 2) y del Infantil A, que ha empezado la temporada con fuerza, sumando su segundo triunfo, concluyente, en el desplazamiento a Solares (Medio Cudeyo 0 EMF 3).
Por su parte, las derrotas las sufrieron los equipos B: el Cadete cayó en casa (2-3) frente al Rayo Cantabria y el Infantil hizo lo propio contra otro equipo del mismo club, esta vez de forma más aparatosa (0-4).
En cualquier caso, y aunque esto no ha hecho más que empezar, veamos el lado positivo. Se atisba la recuperación del Cadete A y el Infantil A parece tener mimbres para hacer una buena campaña. Los equipos B acusan la diferencia de edad en algún caso pero su objetivo es mejorar las condiciones técnicas y tácticas para su segundo año en la categoría.
Aquí queda, como de costumbre, la crónica del Infantil B:
ESCUELA MUNICIPAL
SANTANDER 0 Rayo
Cantabria 4
Sábado 28 Septiembre, 16h
30'. Regimiento.
Alineación inicial: Ángel; Mario, Gabi, Javi Pérez, Hugo;
Juanjo, Javi Villota, Héctor; Dani, Ismael y Carlos. En el descanso salieron
Edu y David Castro, incorporándose a lo largo del segundo tiempo Dani, Miguel,
y José Villanueva.
Tarde espectacular para la
práctica del fútbol, con ligero viento sur que elevó unos grados la temperatura
pero que no impidió que los chavales se desenvolvieran en el campo sin agobios.
Bastante público en las gradas para presenciar un partido que se presentaba
atractivo pero que pronto empezó a perfilarse de forma muy favorable para los
visitantes, superiores en condición física, veteranía y posicionamiento en el
campo. Un tanto atemorizados de inicio los chavales de la Escuela por la
presencia física de una parte considerable de los jugadores rayistas, no fueron
capaces en los primeros minutos de salir del medio campo propio, anulados por
una presión efectiva del cuadro visitante. Lo más curioso es que en pleno
agobio la oportunidad más clara fue para los locales, en un balón largo a la
espalda de la defensa que Dani, tras superar al portero, no acabó de poder
finalizar con disparo a puerta por la llegada de un defensa que le robó la
pelota cuando casi se cantaba el gol. La máxima del fútbol de que perdonar
ocasiones acaba por convertirse en gol en contra se cumplió poco después: una
buena llegada por banda izquierda del nº 11 rayista (Pablo Jiménez) acabó en
centro medido para que el delantero centro (Bruno Comín) impusiera su
envergadura sobre la defensa local y ajustara su remate de cabeza a la base del
poste. 0-1 que hacía justicia a lo que se había visto hasta entonces. Pero de
nuevo tuvo su opción la Escuela de engancharse al partido al rematar desde el
interior del área Ismael al larguero, no pudiendo aprovechar posteriormente el
rechace Carlos en una posición inmejorable. Y otra vez castigo al que perdona:
otro balón colgado al área y de nuevo Bruno que se impone por arriba para
rematar de parecida factura a la red. 0-2 que complicaba mucho las cosas a los
de Lolo Merino. Más si cabe cuando 5’ después una indecisión en el despeje
permitió a Izan avanzar hasta el interior del área y enviar un disparo elevado
que superó a Ángel. Era el 0-3 con el que se fueron los equipos al vestuario y
el partido prácticamente decidido.
La segunda parte se puede definir
como un dejar pasar el tiempo. Impotencia en los locales que apenas generaron
tres o cuatro aproximaciones al área visitante (una muy clara de Dani, también
con el portero superado pero su disparo se fue fuera por poco) y control
absoluto del partido del Rayo Cantabria que no pareció querer hacer mucha
sangre con su rival. El cuarto y definitivo gol vino, cómo no, otra vez de
cabeza, en un córner sacado al segundo palo que el central rayista (Sergio)
envió al palo opuesto. No dio más de sí el choque que, al menos, sirvió para
hacer ver a los chavales de la Escuela que el año va a ser duro y que hay que empezar a competir con todos los rivales,
tengan el tamaño que tengan.